jueves, 28 de enero de 2016

SARA, LA ENFERMERA...






Sara,  es una enfermera que tiene màs de tres años de laborar en el hospital del pueblo,   este dìa viernes trece ha sido muy agitado,  entraron muchos pacientes para ser atendidos,  accidentados,  baleados,  acuchillados,  quemados,  etc...etc...aunque cansada Sara toma su trabajo con mucha responsabilidad,  y su carácter alegre y jovial no cambia en ninguna circunstancia, observa el reloj de pared colgado en el vestíbulo,  las  diez y diez minutos de la noche,  de hecho ya tiene diez minutos de retraso en su hora de salida,  y piensa en su anciana madre que se preocupa cuando llega tarde,  Sara coge su bolso y se despide de su amiga Ana:  

 -  Anita,  me retiro,  nos vemos mañana. -  Esta bien Sarita, que te vaya bien,  cuídate que ya es un poco tarde.  –



Sara,  sale aprisa fuera del hospital,  cae una brisa insistente,  tiene que cruzar por el parquesito que està ubicado enfrente,  y que es iluminado solo por una luz en el poste ubicado al final,  es una luz amarillenta,  y que por la brisa da menos luz de lo normal.     Sara siente en su cara el frescor de la brisa,  y como gotitas de agua le corren por el rostro,   pero eso no la detiene y camina màs aprisa buscando cruzar el parquesito lo màs pronto posible y llegar a la calle del otro lado,  y  donde talvès pueda agarrar un taxi.



Entre el hospital y la esquina donde està el poste con la luz,   entre unos arboles y en la parte màs oscura,   confundida en la oscuridad apenas se observa una silueta,   que es de una persona cubierta con un abrigo color negro,  y  en cabeza un sombrero negro de alas anchas que le permiten cubrirse la parte alta del rostro,  sus manos también están cubiertas de guantes negros,   esta agazapado,  en silencio y con la cautela necesaria para no ser visto,  y observa como una figura de color blanco ha salido del hospital,  y se acerca a pasos rápidos,  el hombre siente que sus sentidos de avivan,  una sonrisa apenas perceptible se observa en su boca,  y   sus ojos frios toman un brìo extraño,    se agacha un poco protegiéndose de ser visto y solo en espera del momento oportuno para atacar.




Sara,  siempre que ha pasado en la noche por ese paraje ha sentido algo de temor,  y  un feo escalofrìo le recorre la espalda,  pero siempre de arma de valor y apura el paso, al fin y al cabo ya son incontables las veces que ha pasado por ese lugar y nunca le ha pasado nada,  y piensa para si:

-         No se porque siempre me da miedo pasar por aquí,  si nunca me pasado nada,  son puras tonterìas mìas.

Pero esta vez,   no había terminado Sara con ese pensamiento,   cuando observò  como una figura negra saliò de entre los arboles,   como un rayo de rápido, y con tanta velocidad que sin tener ella tiempo para nada la tomo del cuello  y la doblego al suelo,   ella quiso defenderse y safarse y sintió aquellas manos de una fuerza descomunal,  fèrreas,  fuertes,   sintió como una mano la golpeo en la frente con la fuerza necesaria no para dormirla,  pero si para dejarle semi-inconciente,  y de esta forma poderla dominar sin problemas,  el hombre le doblo ambas manos a la espalda y se las apretò,  y con la otra mano le apretó rápido y fuerte la garganta,   después se quedo apretándola suave,  sin prisa,  sintiendo gusto a lo que estaba haciendo,  su interès no era que su victima estuviera totalmente inconciente, sino que tuviera la conciencia necesaria solo para que supiera lo que le estaba pasando,  que su muerte estaba cerca,  y ese terror en sus ojos y en cara,  era lo que disfrutaba el hombre de negro,  tener el poder de ir acabando lentamente con la vida de su victima.

En su semi-inconciencia,  Sara pudo observar aquellos vidriosos y rojos,  y el rictus de aquella apenas perceptible sonrisa que saliò del rostro de aquel hombre,   como disfrutando a medida que de nuevo apretaba su cuello,  cada vez màs fuerte y màs fuerte,  y ha medida que lo hacìa también los ojos se le ponían màs brotados,  rojos,  y vidriosos,  en un excitado morbo criminal.  Sara sentía que la vida se le escapaba poco a poco,  y en esos últimos instantes se recordó del dìa de su promoción de enfermera,  de como su madre disfruto acompañándola,  fue el mejor premio a la constancia de su madre por haberla ayudado en sus estudios,   se recordó de su abnegada madre siempre esperándola y preocupada cada que llegaba noche,  y como siempre apresurada a calentarle su comida,  y como mientras comìa siempre conversaban sobre las noticias del dìa,   Sara siempre le comentaba a su mama siempre lo bueno del trabajo,  y nunca le contaba los problemas a fin de no entristecerla,  ahora en su trance mortal,  Sara se lamentaba porque su madre se quedaría esperando su llegada,  pensaba – Dios mìo y ahora mi pobre madre esperándome,  y que será de ella sin mi….

Un chasquito en su cuello la volvió a su realidad,   sentía que se ahogaba,  el oxigeno ya no llegaba a sus pulmones, sentía que el cerebro le estallaba, sofocada,  el corazón le palpitaba extremadamente fuerte, un sudor helado se le escurrìa en el rostro y en todo el cuerpo,  la lengua seca se le salia de la boca,  agitadamente buscaba sin èxito como respirar,    estaba desvanecida,  y observaba aquella luz tan bonita al final de ese túnel,   algo en su interior la hacia recordar a su madre y no se quería dejar llevar por aquel túnel,  pero otra fuerza muy fuerte la empujaba para alcanzar aquella luz,  y a medida que se acercaba màs y màs,  una paz interior,  una calma sobrenatural,  una música preciosa,  la hacían tranquilizarse,  y un momento determinado se dejò vencer y se dejo llevar por ese sendero, traspasando la línea que separa la vida terrenal para alcanzar la vida del mas halla,  el extraño hombre termino su obra,  y extrangulo a Sara,  después sin asco la aventò entre los matorrales,  y silencioso y tétrico se retirò a pasos ligeros y desapareciò entre las sombras, misteriosamente a como apareciò.

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